Corría un extenso
y lejano período de tiempo que podemos ubicar entre los años 4500 y 3000 a C
cuando un grupo dispar de tribus que habitaba una zona ubicada entre los montes
Cárpatos en Europa oriental y los montes Urales en Rusia, por motivos que
desconocemos, emigra.
***
El oeste es su
rumbo y es ya la Edad de Bronce cuando
buena parte del territorio europeo cede a sus plantas. Se trataba del pueblo
celta que ya se había puesto en camino. Por los años 3000 a C poblaron el valle
del Danubio y luego se extendieron hacia el norte y el oeste. En el año 2200 a
C los encontramos en la península
ibérica y desde allí hacen el periplo contrario, desplazándose hacia el centro
europeo. Esta cultura corresponde a la
Edad de Bronce Antigua (2300 – 1600 a C.) siendo su territorio el demarcado
entre el rio Rin, el mar Báltico y el bajo Danubio.
Como Hombres de Unetice se identifica a este conglomerado de tribus que denominaremos protoceltas, puesto que la palabra celta y su identificación como grupo es efectuada, en primer término hasta donde conocemos, por los griegos en el siglo V a C. Su centro, Unetice, corresponde a la actual República Checa, luego irradia hacia las fronteras de Alemania, Polonia y Austria. Formada por una mayoría de agricultores más una élite guerrera, hábil en la forja del bronce, establece relaciones comerciales con todos los pueblos que la circundan, de quienes absorben distintos rasgos y costumbres.
Como Hombres de Unetice se identifica a este conglomerado de tribus que denominaremos protoceltas, puesto que la palabra celta y su identificación como grupo es efectuada, en primer término hasta donde conocemos, por los griegos en el siglo V a C. Su centro, Unetice, corresponde a la actual República Checa, luego irradia hacia las fronteras de Alemania, Polonia y Austria. Formada por una mayoría de agricultores más una élite guerrera, hábil en la forja del bronce, establece relaciones comerciales con todos los pueblos que la circundan, de quienes absorben distintos rasgos y costumbres.
Hay quienes ponen
en duda estas aseveraciones y plantean que la nación aria -todo europeo de raza
blanca es considerado ario- no tuvo su origen en algún sitio impreciso entre Europa
y Asia sino en cierto lugar indeterminado en Europa. Este núcleo geográfico
desde el cual se habrían dispersado se ubicaría en las planicies de Europa del
norte, o en el valle del Danubio, o, también, en el sur de la estepa rusa. Hasta
que se demuestre lo contrario esta línea de pensamiento debe ser cuidadosamente
considerada, podría tratarse de una información errónea disparada con objetivos
políticos. A tales objetivos
correspondió el uso del término ario desde fines del siglo XIX hasta mediados del
XX. Esta clasificación en un principio se utilizó para dejar afuera a hebreos y
árabes y luego, además, a todo ser humano oriundo de tierras americanas
africanas o asiáticas que los europeos habían ido colonizando, es decir que se
usó para justificar fines imperialistas. Luego de la Segunda Guerra Mundial,
salvo excepciones, sólo se la menciona en relación al nazismo. De todos modos vale recordar que los arios no
conforman una raza como se pretendía sino una unidad lingüística. La lengua
celta, de incontables modos, corresponde en su origen al dialecto
protoindoeuropeo danubiano. Tampoco se puede afirmar que exista una “raza”
celta, el propio concepto de raza está siendo abandonado por los antropólogos.
El énfasis está puesto en aquella unión cultural que, de diversos grupos de
gente, ubicados incluso en distintos lugares geográficos, hace una nación, un
pueblo. Sin embargo debemos sumar a lo dicho que mediando
la década del 80 del siglo anterior, un grupo de historiadores estudiosos de la
prehistoria británica refutaron el término, negando la existencia de los celtas
como una unidad. Con los conocimientos que ahora se dispone es imposible
agregar más a la polémica, será necesario esperar que nuevos descubrimientos
arqueológicos agreguen luz al tema. De modo que cada vez que aludamos al término celta lo haremos con prudencia,
conscientes de su ambigüedad.
También será
necesario advertir que si bien aquellos libros dedicados al estudio de los
celtas como una cultura comienzan su cronología en los Hombres de Unetice,
existen tratados que adjudican otros protagonistas a este período, los ilirios,
pueblo desarrollado alrededor del
Adriático hasta ser conquistado y fundido en la civilización romana. (A los
ilirios se los identifica con culturas posteriores “típicamente célticas”, la
Cultura de los Campos de Urnas y la de Hallstatt)
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A los Hombres de
Unetice le sucede la Cultura de los Túmulos
(1600 – 1300 a C.). Esta cultura,
cuyos límites geográficos, aunque más amplios, se corresponden a la anterior,
está caracterizada por la producción de bronce en serie, lo cual mejora
sensiblemente la calidad de las armas y
aumenta tanto la calidad como la variedad
de los objetos. Se denomina túmulo al montículo de tierra que se levanta
sobre una tumba, ya sea individual o colectiva. En este período los
enterramientos son individuales, rara vez dobles, ocasionalmente se encuentran
huesos animales junto a los humanos.
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Entre los años 1300 – 800 a C (fines Edad del
Bronce europea) se da a conocer un grupo de tribus celtas que se caracterizaron
por la cremación de sus muertos y la posterior inhumación de las cenizas en
vasijas de cerámica, motivo por el cual se los identifica como la cultura de
los Campos de Urnas. Controlan las
rutas comerciales desde la Grecia Micénica hasta las Islas Británicas, cultivan
cereales, crían bueyes cerdos y caballos. Sorprenden con éstos a los
pueblos mediterráneos que, si bien no
los desconocen, su uso tampoco les
resulta familiar. Se distinguen también los celtas por vestir sus bracae (pantalones), al modo de las tribus
escitas. Esta cultura no es exclusiva de los celtas, éstos la comparten, como
ya advertimos, con ilirios e itálicos, pueblos todos que logran una gran expansión
llegando a conquistar tierras en los Balcanes. Algunos autores los identifican
como partícipes necesarios en la caída del imperio hitita (siglo XII a C) como
así también con los dorios, pueblo que entre los siglos XII y XI a C termina
con la civilización micénica en Grecia.
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