(Merlín niño cumpliendo funciones de profeta)
LEYENDA
-Vortimer, héroe actuante
-Vortigern escapa de la masacre
-Se busca niño “sin padre”
-Profecías de Merlín
RELIDAD HISTÓRICA
-Sacrificios humanos
-Mitología galesa
-Bandera de Gales
-Localización geográfica y arqueológica
-Siglo XII, profecía y cristianismo
-La profecía en Gales
Ocurrió que el
magnicida y traidor Vortigern despreciado por su pueblo, se vio finalmente
desbordado por los sajones quienes, no demorando en tomar conocimiento de tal
desprecio, comienzan a batallar, con éxito, en su contra. Obligado entonces por tan aciagas
circunstancias decide, junto al pequeño grupo de secuaces que
lo seguía, construir una fortaleza inexpugnable
que al menos le permitiese permanecer con vida, siendo esto de la “inexpugnabilidad”
de importancia capital ya que las
acciones se habían sucedido del siguiente modo: luego de vencer y dar muerte a Vortimer
(verdadero rey y un héroe para la lealtad del pueblo) los sajones llaman a
Vortigern y otros nobles celtas para
lograr un acuerdo de intereses que pacificara la región. Pero el enemigo tenía
otros planes, aprovecha la reunión para asesinar a los nobles que en lugar de
un tratado reciben una sepultura rápida, sin respeto por sus tradiciones, en la
llanura de Salisbury.
Así fue como Vortigern, que había logrado escapar a la
masacre, se dirige al actual territorio de Gales a erigir su fortaleza.
¿Es suficiente
que Vortimer se declarara contrario a su padre para que Geoffrey de Monmouth lo
presentase como un héroe? No. ¿Habría sido suficiente que haya muerto
manteniendo esa enemistad? No.
Vortimer es un
héroe porque toma las armas y va a la guerra, porque lucha por un ideal, porque
no duda en arriesgar su vida por ese ideal que comparte con su pueblo y porque
ese riesgo, libremente escogido, tiene un valor muy alto dada su juventud (son
muchos y muy promisorios los años que arriesga). Y porque muere en esa guerra.
Muere joven aún, quedando intactos sus sueños y su ímpetu.
Vortimer es el
típico caso del héroe actuante. Los pueblos aman a este tipo de héroe.
Pero la
construcción de la fortaleza no avanzaba, en lugar de esto, Vortigern observaba
impotente como una y otra vez los
cimientos de dicha construcción se desmoronaban. Los magos contratados a su
servicio le aseguraron que, para tener su fortaleza en pie, debía sacrificar un
niño “que no tuviera padre”. Esto no significaba un padre muerto o ausente,
sino un niño que hubiera nacido sin intervención masculina, sólo de madre. Ese niño escogido, puesto que las
explicaciones de su madre resultaron convincentes como luego se comentará, fue Merlín, quien no es sacrificado pues
declara conocer el motivo por el que la fortaleza se caía. (Ver la entrada Merlín, nacimiento)
Y esto fue lo que
dijo: abajo del suelo que parecía firme, en realidad había un estanque. Los
albañiles cavaron y dieron con el estanque. Merlín entonces ordenó que fuera
dragado anticipando que se encontraría un contenedor de piedra donde dos
pequeños dragones dormían, éstos al ser despertados crecerían de tamaño y
pelearían entre sí. Uno sería rojo, el otro blanco.
El rojo representaba a los celtas, el blanco
a los sajones. Dijo que el rojo prevalecería. Vortigern era celta, pero los había traicionado aliándose a los sajones.
Observando
el don del niño Merlín, Vortigern le pide que profetice para él.
Cuídate del fuego de los dos
príncipes que están en el exilio. (Aurelio y Uther)*
fue su consejo.
¿Por qué
sacrificar un niño? Hacer sacrificios humanos para asegurarle perdurabilidad a
una construcción era un procedimiento común en las antiguas sociedades paganas.
Se intentaba atraer el favor de los dioses imitando sus actos. Para imponer su orden aquellos dioses habían
guerreado contra el caos primordial,
generalmente simbolizado por algún animal fantástico o un gigante, al
que habían dado muerte. Por esa muerte su orden quedaba impuesto e incluso, a
veces, según las distintas cosmogonías, valiéndose del cuerpo desmembrado del
vencido habían “fabricado” al mundo. De igual modo entonces procedía el
constructor, para imponer su castillo torre o muralla, comenzaba por el
sacrificio.
¿Por qué dos
dragones peleándose? Geoffrey no ofrece explicaciones para lo que parece una
excentricidad, sin embargo la hay. Según el Mabinogion (colección medieval de
cuentos galeses) para los tiempos del reinado de Lud se habrían soportado
varias extrañas pestes. Una de estas era
un alarido que cada víspera de mayo atravesaba la isla enloqueciendo a la gente
con su horrible sonido. Un hermano sabio de Lud, rey del actual territorio de
Francia, explica que el alarido lo emitía un dragón británico cuando era
atacado por otro extranjero y ofrece la solución: Lud debía localizar el centro
exacto de su reino y allí colocar una tina repleta a rebosar por un líquido
embriagante. Cuando se cansaran de luchar los dragones beberían hasta la inconsciencia.
Lud debía aprovechar el momento y encerrarlos en un contenedor de piedra que debería
trasladar al lugar que considerara más seguro de todo el reino. Luego de
realizar las mediciones correspondientes el rey Lud concluyó, para nuestra
sorpresa, que el centro era Oxford
(donde ahora se levanta la prestigiosa Universidad) y el lugar más seguro sería
el sitio donde Vortigern quiso levantar su fortaleza. Este sitio, al igual que
Oxford, tiene un emplazamiento preciso, se trata de Dinas Emrys a cinco
kilómetros de Snowdon, Gales.
Snowdonia es uno
de los tres parques nacionales que posee Gales, siendo Snowdon, con sus 1085 metros, el pico más
alto (montes cámbricos) del país.
Dinas Emrys
cuenta con los restos de una fortificación realizada antes de la colonización
romana, restos de cerámica importada y antiguos amuletos encontrados en el
lugar demuestran que coincidentemente con la Historia de Geoffrey, sí estuvo
ocupada en el período artúrico por algún personaje importante que podría haber
originado la leyenda del lugar
No es ocioso recordar que actualmente la bandera galesa tiene un dragón rojo en su centro y es por causa de esta leyenda
Geoffrey
aprovecha la circunstancia, está escribiendo en el siglo XII, y le hace recitar
al niño Merlín, dirigiéndose a Vortigern, una serie de “profecías” sobre hechos
efectivamente sucedidos entre el siglo V
y el XI en una primera parte, más, en una segunda parte, una serie de oscuras e
inextricables profecías (alrededor de veinte páginas en castellano) cuyo
significado se discutió durante centurias, discusión que tuvo una importancia
capital.
El cristianismo del siglo XII concebía una sola profecía, la del fin del mundo: el Apocalipsis. Las profecías de Merlín se permiten indagar qué sucederá entre el momento en que ésta es pronunciada y el fin del mundo, es decir entre el presente de entonces y la segunda venida de Cristo y el Juicio Final, hechos que se tienen por seguros. Se especula, por ejemplo, que las cuartetas proféticas de Nostradamus no hubiesen existido sin el antecedente literario de Merlín, pero el hecho de importancia capital consiste en que en el siglo XII el futuro se veía con pesimismo, el fin del mundo se acercaba y eso, en realidad, era un consuelo, el mundo se tenía por oscuro lugar de paso y no había más que pensar. Increíblemente, las inextricables profecías “merlinescas” brindaron esperanza, quería decir que entre el ahora y la segunda venida de Cristo había, quizá, algo bueno que esperar. Dentro de la serie “oscura” una sola predicción resultó clara, hablamos, obviamente, de una profecía que anuncia la llegada de Arturo a quien nombra como el Jabalí de Cornualles
El cristianismo del siglo XII concebía una sola profecía, la del fin del mundo: el Apocalipsis. Las profecías de Merlín se permiten indagar qué sucederá entre el momento en que ésta es pronunciada y el fin del mundo, es decir entre el presente de entonces y la segunda venida de Cristo y el Juicio Final, hechos que se tienen por seguros. Se especula, por ejemplo, que las cuartetas proféticas de Nostradamus no hubiesen existido sin el antecedente literario de Merlín, pero el hecho de importancia capital consiste en que en el siglo XII el futuro se veía con pesimismo, el fin del mundo se acercaba y eso, en realidad, era un consuelo, el mundo se tenía por oscuro lugar de paso y no había más que pensar. Increíblemente, las inextricables profecías “merlinescas” brindaron esperanza, quería decir que entre el ahora y la segunda venida de Cristo había, quizá, algo bueno que esperar. Dentro de la serie “oscura” una sola predicción resultó clara, hablamos, obviamente, de una profecía que anuncia la llegada de Arturo a quien nombra como el Jabalí de Cornualles
El Jabalí de Cornualles
gobernará no sólo Britania sino también
las islas del océano y los bosques de Galia, y hará temblar a los romanos; su
desaparición del escenario será misteriosa; las tradiciones británicas lo
inmortalizarán y sus hazañas servirán de alimento a los narradores. **
Estas ideas
esperanzadoras animaron a otros a imitarlas.
Resulta extraño
que un monje instruido como Geoffrey, docente en Oxford, pusiera a Merlín a
profetizar. El catolicismo tenía como únicos profetas a los así nombrados en la
Biblia, fuera de ellos no había profetas sino adivinos. Los adivinos eran
herejes puesto que, se afirmaba, sólo espíritus al servicio del mal se avendrían
a anticipar un futuro que, según la ley natural, espera ser vivido para darse a
conocer. Así pensaba la cristiandad, excepto los cristianos de Gales.
En Gales estaba
(y está) profundamente arraigada una tradición profética que no se considera ni
divina ni maléfica, una “doble visión” que además de la realidad que se vive
permite ver otra, inspirada por una visión de carácter poético. Esta
“inspiración poética” se denomina awen. El procedimiento es así: se hace la pregunta,
el “awenyddion”, profeta, custodio de las tradiciones y bardo galés, recita una
oración, entra en trance y da una respuesta críptica (mas al estilo de lo que
imaginamos como el oráculo de Delfos que a los adivinos actuales) Luego el
awenyddion no recordará lo dicho, sólo haber visto unas palabras escritas en
papel.
Así como a partir
del siglo XII durante centurias (tal vez aún hoy) se creyó en la existencia de
Arturo, fue durante el mismo siglo que los primeros amantes del tema artúrico
justificaron la existencia de estos “profetas”, entre ellos Merlín, el más
importante, remontándose a la Ilíada de Homero, guerra a la que también creían
cierta. Se hablaba de Casandra (Alejandra en otras versiones) adivina que
predijo la caída de Troya. Adivina precristiana. No conoció a Cristo y sin
embargo, es evidente, tampoco estuvo inspirada por el mal (argumento que tuvo su origen en el
historiador Giraldus Cambresis Gerald of Wales (1146 - 1223).
Si esta visión es
independiente del tema religioso ¿por qué reza el awenyddion? ¿Y por qué no
podrían darse este tipo de cruces, estos encuentros entre la inspiración divina
y la poética? ¿Acaso un joven Horacio Quiroga, en ocasión de dirigir una
revista literaria, no hacía jurar a sus colaboradores lealtad a la poesía sobre
las obras de Leopoldo Lugones?
*Goeffrey Ashe, Merlín, historia y leyenda de la Inglaterra del rey
Arturo, Ed. Crítica, 2007
**Goeffrey Ashe, Merlín, historia y leyenda de la Inglaterra del rey
Arturo, Ed. Crítica, 2007
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